sábado

No sabía mucho de ti por aquel entonces. Que eras irónico y valiente, te gustaba la buena música y te daban miedo los saltamontes. En tu cuerpo rabiaba el hambre, lo horrible de una herida mal curada, la guerra y el llanto. Y sin embargo, tú seguías estando ahí, sin doblar la espalda, sacudiendo las miserias de tu cuerpo cuando
nadie miraba, para hacernos creer a todos, que a ti a valiente no te ganaba nadie.


No sabía mucho de ti por aquel entonces, y aún así, no había nadie que te conociera más que yo, ni que te quisiera tanto. Y tú lo sabías, quizá por eso terminaste huyendo como huyen todos los animales salvajes cuando intentas atraparlos.