miércoles

Abrió los ojos y no vio nada, la oscuridad le golpeó las costillas. Quiso chillar, gritar con todas sus fuerzas, pero no le salio la voz, se le atravesó en la garganta, y todas las palabras que no chillo le apretaron el corazón, hasta que se le rompió. Se bajo de la cama y resbaló con la ropa que había en el suelo. Temblando de la impresión se incorporó y fue dando tumbos por el pasillo, con aquel monstruo comiéndole las entrañas a bocados.
- Por favor, vete, vete, vete.- gimoteó, apretándose el pecho.
Notaba sus latidos en las sienes y la boca le empezó a saber a sangre. No sabía cuando se había mordido, pero ahí estaba, ese sabor tan oxidado en su lengua, sobre los dientes, dándole angustia. Quiso respirar hondo pero la caja de sus huesos se quejó. El pijama se le clavaba  y le daba calor. Se lo quitó a golpes y desnuda encontró el pomo de la puerta del baño. Y ahora qué.
-¡Y ahora qué!- chilló.
Se clavó las uñas en el pecho y se dejo caer hasta que su cara tocó el suelo. El sudor le hacía surcos en la espalda. Cerró los ojos con todas sus fuerzas y se acurrucó en un rincón, decidió no moverse de allí hasta que se hiciera de día, y aquel extraño monstruo saliera de su cuerpo.